Los niños menores de seis años de edad en situación de desamparo 'nunca' deberían ir a un centro de acogida, puesto que a esa edad necesitan establecer vínculos familiares 'próximos' y porque sus figuras de referencia son los roles paternos. De otro modo, en el centro sentirían a los educadores como 'personas extrañas' y 'se desubicarían' al no poder señalar un padre y una madre.
En una entrevista, el presidente de la Asociación de Pedagogos de Galicia (Apega), José Manuel Suárez Sandomingo, defendió que en la siguiente fase de edad, entre los seis y los 12 años, los niños inician sus relaciones con otros niños y personas mayores, es decir, ven el mundo 'más en conjunto', por lo que ya estarían en disposición de acudir a un centro. No obstante, abogó por que sean acogidos por una familia 'porque vincula más que un profesional, que va a estar más atento a posibles problemas que a la afectividad'.
Sin embargo, en mayores de 12 años desaconsejó su acogimiento debido a que, en la etapa preadolescente, los adultos 'ya no son figuras de referencia, sino que lo es la gente de su edad'. Además, recordó, 'quieren salir, tener sus amigos y ven a los mayores como gente que impone normas, por lo que se ven muy coartados en una casa'. De este modo, en un centro estarán mejor controlados y 'no bajo una situación tan estricta como la familiar', con profesionales que conocen todos los casos y todos los modos educativos.
Tras el congreso sobre acogimiento que tuvo lugar esta semana en Santiago, Suárez Sandomingo explicó la diferencia entre esta vía y la adopción, sus características y problemas, las reivindicaciones laborales que corresponden a los pedagogos en este ámbito y también reclamó nuevos modos de acogimiento que en Galicia todavía no son posibles. Así, matizó que el acogimiento es una situación temporal en la que una familia 'acoge' a un niño hasta los 18 años, el momento en que decide independizarse o volver con su familia; mientras que en la adopción, el niño se considera un miembro más de la unidad familiar.
No obstante, admitió que esta vía es poco recurrida en Galicia y en general, en España y los países latinos, puesto que 'se mantienen los hijos en casa hasta los 30 años'. 'Somos una sociedad muy protectora, en la que el niño se concibe casi como una propiedad y no como una persona que tiene que ser autónoma y hacer su vida', explicó, al tiempo que constató que se dan más casos de adopción que de acogimiento por el sentimiento de pérdida al tener que abandonar el hogar.
En clave gallega, refirió que la mayoría de los niños que se encuentran en situación de desamparo son acogidos por otros miembros de su familia, situación que se cuadriplica frente al acogimiento externo. De este total, que 'muchas veces lo hace por que le da un poco de vergüenza no acoger a un familiar', Suárez Sandomingo apuntó que un 85 por ciento se corresponde con los abuelos o la familia materna, frente a un 15 por ciento de los casos en los que la paterna es la que se hace cargo.
PAPEL DE LOS PEDAGOGOS
El jefe de los pedagogos gallegos también desgranó para Europa Press los distintos tipos de acogimientos. En un primer caso, está el familiar, de modo que el niño pasa a vivir con otros miembros de la unidad distintos de sus padres; aunque, en caso de que estos no puedan, no quieran o no existan, puede ser acogido por otra familia ajena.
Dentro de este último caso, en España se pueden dar varias vías, como el acogimiento de urgencia, por el que una familia se presta dispuesta a acoger a un niño en situación de desamparo 'en cualquier momento del día' mientras no se le busca una familia permanente. Se recurre a estas familias, sobre todo, los fines de semana y en las tardes, cuando el personal que decide sobre el menor se encuentra fuera del horario de trabajo.
Otra posibilidad es el acogimiento profesionalizado, por el que menores con discapacidades o determinadas condiciones son recibidos por educadores sociales, pedagogos, psicólogos, que pueden 'dar respuestas adecuadas y trabajar las necesidades específicas' del menor. No obstante, ninguna de estas dos vías es posible en Galicia, puesto que, según apuntó Suárez Sandomingo, la Xunta 'tiene mucho por desarrollar en cuanto a acogimiento'.
En este sentido, reclamó que se tenga en cuenta el papel de los pedagogos para valorar la conducta y la educación que se debe dar al menor en situación carencial o de desamparo. Precisamente, defendió que los padres acogedores se guíen por los pedagogos para trabajar con los niños; y reivindicó que su función también pasa por evaluar a las familias que se van a hacer cargo de los niños.
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