martes, 2 de septiembre de 2008

«Me gustaría que ellas sepan que las quiero»

http://www.hoy.es/20080815/caceres/gustaria-ellas-sepan-quiero-20080815.html

CACERES
Ángel Barrado lleva años intentando recuperar a sus tres hijas, que fueron adoptadas por una familia en 2001
15.08.08 - SERGIO LORENZO
Llevo ocho años sin saber nada de mis tres hijas. No sé donde están. En todo este tiempo estoy luchando para que me las devuelvan, porque yo nunca las he maltratado, yo las quiero. Me gustaría que ellas sepan que las quiero, que lucho por ellas», afirma Ángel Barrado que muestra las fotos de sus tres hijas, que ahora tienen entre 15 y 10 años.

Ángel Barrado, vendedor de cupones de la O. I. D. en Cáceres, lleva años pleiteando para recuperar a sus hijas, que fueron dadas en adopción a una familia en el año 2001. «Yo estuve ausente un tiempo de la familia y no sabía que la que entonces era mi mujer, su madre, las maltrataba -dice-. Me negué a que las dieran en adopción, pero en los tribunales decidieron que no era necesario mi consentimiento, y que estaban mejor con la familia que las adoptó».

Además de presentar su caso ante distintos tribunales, pidió ayuda al presidente de la Junta de Extremadura, y también al Rey. «Sé que usted es padre de familia igual que yo, y que tiene hijos a los cuales aprecia toda España», indicaba al comienzo de la misiva. También ha solicitado ayuda al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, al considerar que no es justo que dieran en adopción a las hijas sin su consentimiento, cuando él no las ha maltratado.

Ángel contrajo matrimonió civil con la madre de las niñas en 1995, cuando la mayor ya tenía dos años. Se separaron mediante sentencia en el año 2003, y en 2007 un tribunal declaró disuelto el matrimonio por divorcio.

Secuelas de traumatismo

La Junta de Extremadura tomó medidas de protección con respecto a las tres hermanas en marzo de 1999, al ser posiblemente víctimas de malos tratos por parte de la madre (había secuelas de traumatismo), falta de higiene, mala alimentación y absentismo escolar. En marzo de 2001 las tres pasan a ser atendidas en el centro Julián Murillo de Cáceres, y el 26 de marzo de ese año la Junta procede a asumir su tutela.

Los tribunales indican que la Junta intentó una posible reintegración de las niñas con su familia extensa, pero el intento fue infructuoso dada la negativa de las tías maternas, «siendo inviable la reintegración con la familia extensa paterna -dice una sentencia de 2003-, dadas las circunstancias en las que se encuentra la misma (la abuela vive en unas condiciones de habitabilidad pésimas, con falta total de higiene, desorden y suciedad, algunos de sus hijos, tíos paternos de las menores, se hallan recluidos en centros penitenciarios y la mayoría de los nietos de la abuela paterna se hallan sometidos a medidas de protección por parte de la Junta de Extremadura)».

Hay un informe pericial psicosocial del año 2003 en el que se señala que Ángel «quiere mucho a sus hijas», pero señala que el ambiente familiar no es el más adecuado, que su situación económica es débil y él mismo tiene escasa capacidad para educar a sus hijas.

Ángel Barrado se queja de que no sabe nada de sus hijas desde hace años: «Les han cambiado los apellidos y no sé dónde están. Lo único reciente es que la Junta me ha dicho que puedo escribirles a la Dirección General de Infancia y Familia, y que ellos les harán llegar las cartas». Ángel recalca que todo esto le pasa por no tener recursos económicos, y repite que él lo que quiere es que sus hijas sepan el día de mañana, «que siempre las he querido».

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