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HOY PASA A DISPOSICIÓN JUDICIAL
La Guardia Civil detiene a Azucena A. F., de 28 años, que no implica a nadie más en el posible homicidio Tuvo el niño hace «10 o 15 días» y escondió su cuerpo en una finca alquilada por su familia en La Mortera
P. ALVEAR / M. FRECHILLA / OVIEDO
El cuerpo sin vida de un recién nacido enterrado en una finca de La Mortera (Olloniego) despertó el olfato de algún animal, que dejó a la vista parte del cadáver, todavía con parte del cordón umbilical. Un vecino del lugar, Nino Llana, lo encontró. Alarmado ante el macabro hallazgo, avisó a la Guardia Civil. Eran las once de la mañana del pasado domingo. La Policía Judicial de la Comandancia de Oviedo se puso a trabajar de inmediato. Las pruebas que encontraron y, sobre todo, la colaboración ciudadana en un entorno rural donde todo el mundo se conoce, fueron determinantes. En poco más de un día, cerraron el círculo en torno a una sospechosa: Azucena A. F., de 28 años, soltera y vecina de Olloniego.
El lunes, sobre las cinco de la tarde, la Guardia Civil la detuvo en su domicilio por un supuesto delito de homicidio. La joven reconoció desde un primer momento que era la madre del bebé, un varón, y que había enterrado el cuerpo en una finca que su familia tenía alquilada para guardar el ganado. A continuación, fue reconocida en el Hospital Materno Infantil, donde los médicos certificaron que había tenido un parto hace «10 o 15 días», según confirmaron fuentes de la Benemérita.
Azucena A. F., que colaboró en todo momento, prestó declaración ayer en la Comandancia de Oviedo, donde permanece detenida a la espera de pasar, en principio hoy, a disposición del juzgado número 3. Según ha podido trascender, la joven «mantuvo en secreto su embarazo», incluso a su familia. Por otro lado, la Guardia Civil descartó que padeciera desequilibrio psicológico alguno.
Lo que no confirmó en ningún momento fueron las causas de la muerte, es decir, si murió accidentalmente, si nació cadáver o si fue la madre la que lo mató y enterró. Tampoco, si lo hizo sola o en compañía de otros, aunque en su declaración, la joven no implicó a ninguna persona más en la muerte del niño. En un primer momento, su testimonio fue «confuso», ya que en afirmó que el pequeño había nacido muerto.
Habrá que esperar a conocer los resultados de la autopsia, realizada el propio domingo en el Hospital Central de Asturias (HUCA), tras encontrar el cadáver abandonado en un pequeño agujero cavado en el suelo, de apenas 30 por 30 centímetros. La Guardia Civil ha recogido muestras de tierra como prueba para la investigación. De hecho, todavía ayer continuaba investigando por la zona del hallazgo.
La joven estaba soltera, aunque, según comentaron los vecinos del pueblo y no descartó la Guardia Civil, tenía novio.
Descubrimiento
El domingo pasado estaba lloviendo. El mal tiempo obligó a Nino Llana a cambiar sus planes y bajar a su finca, que linda con la de La Granxa, donde apareció muerto el bebé. De haber hecho sol, «no habría venido y ese cuerpo no aparecería más». Cuando limpiaba su terreno, le extrañó ver a unas pegas arremolinadas en la cercana finca. «Pensé que había algo muerto y me acerqué. Entonces, vi al bebé, con parte del cordón umbilical. Estaba limpio, pero tenía la cabeza un poco aplastada y un desgarro debajo del brazo. Le veía las costillas».
Desde que encontró al pequeño, Nino prácticamente no puede ni comer, ni dormir. «Estoy en tensión», comentó. Ayer mismo tuvo que declarar de nuevo ante la Guardia Civil. A la vuelta, «un poco más tranquilo porque ya hay una persona detenida», mostró el lugar donde halló el cadaver. «Estaba de lado, a once de metros del agujero donde estuvo enterrado. Una alimaña debió arrastrarle fuera», contó.
Al igual que Macrino Naves, que bajó ayer a la finca con Llana, no encuentra razón alguna a lo sucedido. Apuntaron que el hoyo donde estuvo enterrado el bebé era demasiado pequeño para un niño «de tres kilos». Desenterrarle, por su olor, debió resultarle fácil al animal. «Pero si querían que nadie se enterara, podrían haberlo tirado más abajo». La finca, «un poco abandonada» es empinada y en la parte inferior está repleta de matorrales que impiden ver el suelo.
El camino de acceso desde La Mortera a la finca es solitario y muy sinuoso. El único que suele recorrerlo es Llana. Pero hay otra caleya que conduce a La Granxa, por la parte de abajo, «mucho más fácil y que da a la carretera de Olloniego». Quizá fue el utilizado, dijeron.
«Venir aquí a tirar a tu hijo, ¡clama al cielo!». El único consuelo que le queda a Nino es saber que, gracias a su descubrimiento, el bebé recibirá cristiana sepultura. «Después, ya no quiero saber nada más. Ni quién lo hizo, ni por qué, sólo que el culpable pague lo que ha hecho». Azucena, de momento, tendrá que declarar ante el juez.
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