Una veintena de niños con problemas espera una adopción en Galicia

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JULIO PÉREZ / VIGO Un grupo de tres hermanos, una adolescente, una niña pequeña con minusvalía... Pocas veces estos perfiles se parecen a lo que en principio imagina, a lo que quiere una familia cuando decide crecer y abrir las puertas a un nuevo hijo que llega de fuera. Junto a la adopción nacional y la internacional convive una tercera opción que implica, si cabe, una todavía mayor dosis de generosidad. La de acercarse a los programas de adopciones especiales. En Galicia hay 17 menores a los que les cuesta especialmente encontrar un hogar porque vienen de la mano de otros hermanos, porque tienen algún tipo de discapacidad física o psíquica o, simplemente, la edad se convierte en una barrera porque dejaron ya de ser niños. Cada vez hay más personas en la comunidad que se interesan por acogerlos, lo que permitió que en los últimos dos años se haya dado una oportunidad a 11 pequeños que estaban en esta situación."No es un trabajo fácil -explica María Xesús Lago, secretaria Xeral do Benestar de la Xunta-, ni tampoco rápido. Estos casos requieren actuaciones muy especializadas y los números son lo de menos. Podría parecer que 11 adopciones son pocas, pero es todo un éxito". Vicepresidencia vigila la situación de estos niños, que viven en los centros de menores de la comunidad. Hasta que llega el "gran momento". "Para ellos, es la última agarradera", recuerda Ángel Martínez, presidente de la Asociación Arela -www.asociacionarela.org, 902404224-, que gestiona mano a mano con la Administración gallega el programa de adopciones especiales "Buscámoste a ti". Desde noviembre de 2005, cuando se puso en marcha el plan, 190 gallegos han solicitado información sobre los trámites. "Muchos se quedan por el camino", reconoce Martínez. El proceso no es sencillo. El querer y el poder no siempre van juntos. "Al principio hay que hacer una reflexión muy profunda con ellos -cuenta-. Después de la primera entrevista, si siguen adelante, se organiza un segundo encuentro en su casa, para conocerlos más a fondo". El siguiente paso, cuatro sábados "de formación" con otros solicitantes y con una familia que ya adoptó y que les cuenta "lo rosa, lo bonito, pero también la parte más complicada". Luego, un año de acogimiento preadoptivo, antes de la integración plena. Entorno "adecuado"Hay que estar "absolutamente seguros" de que el entorno social y afectivo es el adecuado. Sin que los menores lo sepan. Ellos no pueden enterarse de nada hasta el final para no levantar falsas expectativas y provocarles ansiedad. Algunos "llevan años" esperando en los centros. Por el camino se han quedado algo más de un 60% de los que llamaron para informarse. Una treintena llegaron a concluir los cursos formativos. El esfuerzo merece la pena. "Cuando se encuentran, los niños les llaman directamente mamá o papá, aunque no lo sientan todavía. Lo necesitan y se mueren de ganas de hacerlo", asegura Martínez. "Estamos notando que cada vez se demanda más información sobre ellos -dice María Xesús Lago-. Gente que merece toda nuestra consideración porque sí es cierto que estas adopciones tienen detrás mucha generosidad". Tanto la Xunta como Arela quieren mandar un mensaje claro: estos menores pueden integrarse "perfectamente". Es cierto que "no cualquier niño vale para cualquier familia". Hay que "encajarlos", coinciden Lago y Martínez, porque es "tan importante que salgan del centro como que se queden con sus nuevos padres". Hasta ahora, ninguno de los adoptantes se ha arrepentido.