sábado, 30 de enero de 2010

«No hay que pensar tanto en el sufrimiento propio por la separación»

 
04.01.10 - 00:16 - E. MARTOS
 
«La que más me ha marcado es la última», dice Francisco Garay, portuense de 54 años. Va ya por el séptimo hijo de acogida y con todos ha dicho lo mismo. Su mujer, Mercedes Sánchez, se lo recuerda y sonríe cuando lo escucha. Son un matrimonio de El Puerto que decidió entrar en el programa de acogimiento de urgencia, el más complejo porque tienen que ofrecer al niño una atención permanente.
En casa son cinco a la mesa, pero siempre hay sitio para uno más y a partir de marzo posiblemente se junten dos, porque viene un nieto en camino. Paco y Mercedes empezaron con las primeras familias acogedoras en la provincia. Lo suyo es verdadera vocación de padres y aún no piensan jubilarse. Ahora están a la espera de que los llamen para volver a recibir a un nuevo pequeño.
Cuenta Paco que en cuanto le ponen a un niño en brazos ya lo siente como propio. «Pero siempre hemos sido conscientes de que nunca han sido nuestros, sólo nos los dejan un rato, por eso no podemos decir que nos los quitan a la hora de la separación».
Mercedes insiste en que «hay que estar concienciados y que el dolor sólo dura un tiempo, pero la satisfacción de haber contribuido en su desarrollo queda para toda la vida».
Los padres voluntarios tienen demasiado miedo al sufrimiento propio y ambos insisten en que «no hay que pensar tanto en eso cuando lo que está en juego es el crecimiento de un pequeño».
En su día a día la cuna y los biberones no faltan. Hasta ahora sólo han recibido a niños de pocos meses, algunos llegados directamente desde el hospital, y confían en que el próximo tenga algunos añitos más por cambiar la experiencia. Mercedes dice que ya les va faltando. Estas son las primeras navidades que pasan solos con la familia. «Los echamos de menos, porque nos dan muchas satisfacciones».
Fotos e invitaciones
Con algunos aún mantienen el contacto, una decisión que es siempre de la familia biológica. Ambos reciben fotos e invitaciones a cumpleaños de aquellos hijos que pasaron unos meses con ellos. «Hemos recibido a niños con síndrome de abstinencia o contagiados por VIH. Son más vulnerables y a veces nos ha dado la tentación de adoptarlos, pero en nuestro régimen es incompatible», reconoce Paco.
Desde hace tiempo la pareja se coordina para atender a los pequeños. La cuna junto a la cama y el chupete a mano por si lloran. El resto de los hijos colaboran en el cuidado del hermanito de acogida. Son ya mayores y comparten tareas con sus padres. «Cuando llega uno se convierte de inmediato en el muñequito de la casa», dice Mercedes. A la vista de la escasez de familias voluntarias, ya queda poco para que vuelva a cambiar el próximo pañal.

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